En entregas anteriores tratamos el tema de “¿Sobre qué tengo los cimientos de mi vida? En donde concluimos que, como un edificio, nuestra vida necesita tener una base, un cimiento que nos mantenga firmes. Si no lo has leído, te recomiendo que lo leas rápidamente. Abordamos también que Cristo es el fundamento y Piedra Angular de su Iglesia y quien cumple la función de sostenernos y mantenernos firmes ante las adversidades.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de ver un Reel en Instagram donde un profesional de la salud mental declaraba que cree en dos cosas: Dios y la Psicología. Llena de curiosidad quise conocer sus argumentos y él explicaba que Dios como hombre aporta un mensaje muy congruente con la psicología y las emociones, pues primero resaltaba el hecho de que Dios, o más bien una porción de Dios, dejase su divinidad y omnipotencia para convertirse en hombre y vivir como tal, luego decía:” Jesús estuvo triste y lloró, sintió rabia y lo expresó, tuvo miedo y lo manifestó”, lo cual nos hace ver que también sintió lo mismo que nosotros. Fue tentado, vituperado, perseguido, ofendido, vivió angustias y dolores como todo ser humano, más bien, como cualquiera de nosotros y no nos vende la idea de que no debemos sentir o no debemos expresar el cómo nos sentimos.
Sin embargo, yo añadiría esto: Todo esto el Señor Jesús lo hizo para comprendernos, para ponerse en nuestro lugar, pero también para darnos la salida, para ser un ejemplo para nosotros y mostrarnos la forma de enfrentar estas situaciones. Si leemos los evangelios ¿Qué hizo Jesús cuando tuvo miedo antes de ser arrestado? Oró al Padre, ¿Qué hizo cuando sintió angustia? Oró al Padre, ¿En quién se apoyó cuando fue tentado? En el Padre, ¿Qué hizo cuando se enteró que Lázaro murió? Lloró y le oró al Padre. Y si leemos el libro de los salmos, no solo encontramos alabanzas para Dios, sino que también encontramos modelos de oración ante diferentes circunstancias de la vida ¿y sabes quién hizo estas oraciones? Fue el mismo Señor Jesús por boca del Rey David y sus cantores, quienes profetizaron sobre las vivencias del Señor Jesús y su paso en la tierra, Él mismo se encargó de darnos las palabras, los argumentos para dirigirnos en oración a Dios cuando estamos angustiados, tristes o somos perseguidos, incluso cuando estamos alegres nos dio palabras para alabarle.
En definitiva, el Señor Jesús vivió como ser humano cuando estuvo en la tierra, pero durante ese tiempo se convirtió en la prueba de que no estamos exentos de sufrir, de llorar, de sentir, pero a su vez nos dio ejemplo sobre qué podemos hacer y en quien podemos apoyarnos. No conforme con esto, también se convirtió en mediador entre nosotros y el Padre, siendo el Hijo quien presenta las oraciones de sus seguidores ante el Padre, tomando la vocería por nosotros intercediendo (pues recordemos que Él es el Camino, la Verdad y la Vida) ante el Padre para que nos escuche, para que nos perdone, para que nos ayude. Por eso, decimos que Jesucristo es el mejor amigo, porque ninguno nos defiende, ninguno nos protege o nos auxilia como Él solamente lo hace, él nos ama; ¿Qué significa amigo? Aquel que ama; es ese con el que podemos contar, con el que podemos llorar por horas y aquel que no nos juzga, sino que nos consuela, nos escucha atentamente, y nos da su apoyo.
Cristo, siendo nuestro amigo, es nuestro soporte, nuestro sostén, nuestra ancla, la roca sobre la cual nos apoyamos y sabemos que es inamovible. Él es ese cimiento, esa base que nos mantiene sujetos e inamovibles ante cualquier situación difícil.
María Margarita Montero