Hace poco estuve reflexionando con una vieja amiga acerca de lo simple que era la vida cuando estábamos en el colegio, de cómo el perder un examen, no hablarse con una amiga o que hasta el niño que nos gustaba ni siquiera nos saludaba, eran nuestros mayores problemas. También reflexionábamos de cómo con el transcurrir de los años, las situaciones se iban haciendo más intensas y que de cierta manera, nos acostumbramos a vivir con el dolor, la incomodidad o la molestia. Quizá antes la vida era más simple o quizá nosotras no éramos capaces de realmente discernir entre un asunto importante o un asunto que no merecía nuestra atención.
Lo cierto es que con el pasar de los años, vamos creciendo, vamos aprendiendo y vamos adquiriendo mayor experiencia de vida, pero para lograr todo esto es necesario que atravesemos por diversas situaciones que si bien no nos gustan, son las que nos proporcionan las herramientas necesarias para enfrentarnos a las tribulaciones. Recordemos que muchos de los personajes de la Biblia, para lograr obtener triunfos y victorias primero tuvieron que atravesar valles de lágrimas, tuvieron que padecer dolor hasta lograr alcanzar el triunfo y la victoria, pero conforme iban avanzando su fe y su confianza en Dios también aumentaban.
Tenemos a Noé, que sin ver la lluvia, confió en Dios cuando profetiza que caerá lluvia por cuarenta días y cuarenta noches, obedeciendo además su mandato de construir un arca para él, los suyos y animales de todas las especies. ¿Te has preguntado cuántas burlas, insultos y vituperios tuvo Noé que soportar por decir que iba a caer agua del cielo durante mucho tiempo? ¿Qué decimos de Abraham? Teniéndolo todo, estando en la comodidad de su tierra y familia, lo deja a un lado porque Dios le dice que él le va a dar una tierra nueva, imagina la cara de todos cuando anuncia de que se va a ir a un país que no conoce, donde vivirá como extranjero y nómada.
Y ahora hablemos de Job… Sí, Job y para mí, quizá el ejemplo perfecto de la paciencia y la constancia en Dios. Job, que aun el mismo Dios reconoce que ha sido perfecto delante de sus caminos, que constantemente buscaba agradarle, que incluso ofrecía sacrificios por sus hijos para que Dios no les castigase (por si alguno hubiese ofendido a Dios) … Pero vino el diablo y le quitó sus riquezas, le quitó la salud pues enfermó de una sarna maligna, le quitó su tranquilidad, de ser respetado pasó a ser la burla de todos y sus amigos, quienes en vez de consolarlo, lo atormentaban más, pero la firmeza de Job y su fe eran intactas y aún en medio de su tribulación alababa y reconocía el poder y la grandeza de nuestro Dios.
Y no nos debe de extrañar que nosotros vivamos pruebas, tribulaciones, aflicciones, pues en ellas también vemos la manifestación de Dios, pero no olvidemos que en ellas nuestra fe también es probada y se revela qué tanto confiamos en Él. Cuando elegimos buscar a Dios con todo nuestro corazón, empezamos como niños, a medida que vamos avanzando y adquiriendo conocimiento de su palabra, adquirimos madurez, pero también adquirimos fe y las herramientas para salir victoriosos (claro está con ayuda de Él), en cada una de nuestras tribulaciones.
Cuando nos aferramos a Él, cuando verdaderamente nuestro corazón está hacia Él, entonces la vida se vuelve más sencilla, las cargas se vuelven livianas y ya no somos náufragos porque nuestra barca está siendo guiada por Cristo.
María Margarita Montero