Esperanza en la tormenta

En una noche de tormenta, me asomé a la ventana pero la ciudad se veía oscura, lúgubre, solitaria, se oían voces de desesperanza, se escuchaban las quejas de muchos desamparados que reclamaban no ser oídos por nadie, reclamaban que nadie abría sus oídos para escucharle, que nadie tenía tiempo, para dejar sus labores y preguntarle por sus quebrantos, de repente, ante mis ojos se reflejó una luz, brillante, potente, fuerte, una luz que mis ojos no podían dejar pasar desapercibida, parecía que esa luz hablara y me dijera hacia donde ir, la observé durante un tiempo y finalmente me dejé llevar por ella. 

De inmediato, esa luz me llevó a donde algunos niños lloraban, a donde hambrientos mostraban la delgadez de su cuerpo, a donde habían mujeres con heridas en sus corazones, almas cansadas, hombres de negocios exhaustos, líderes con propósitos perdidos, observé todo allí y noté que la pequeña luz había inundado todo en aquel lugar y muchos otros como yo, habían llegado atraídos por esa misma luz, la cual nos había guiado como solo lo puede hacer la luz de un faro, que guía a los navegantes para llevarlos a las costas cuando el sol se ha ido.

Entonces, aunque mi sol se había extraviado, la luz de un faro me recordaba que aun no terminaba mi travesía y que así como yo me sentí perdida en algún momento, necesitaba llevar luz a los que solo estaban viendo la oscuridad en su camino y recordarles que nunca nos ha dejado Aquel que es es El Verdadero Sol de justicia y prometió nacer sobre nosotros.

Y, esto es lo que pienso cuando hablo de Faro Psicopedagogía Bogotá, el cual se ha levantado en medio de la ciudad para traer luz y esperanza, me atrajo a mi y tal vez a ti también, para ayudarnos a mostrar esa luz que está en cada uno de nosotros en este “campo para sembrar”, lo cual significa la palabra Bogotá, ahora te pregunto ¿Tú que vas a sembrar?