Suelo cuestionarme a diario sobre muchas cosas, entre esas cuando escucho o veo a alguien tan noble y apacible, mi mente empieza a recrear un sin número de situaciones donde en algún momento aparece un gran ¡STOP!
Repaso la escena y ahí estoy yo, nada paciente, nada apacible, nada sumisa…
Entonces visualizo mi realidad frente a esa persona que ha llamado totalmente mi atención con su extravagante calma. Como una computadora, empiezo a realizar muchas ecuaciones mentales por minuto, las cuales me llevan a un viaje a través del tiempo corriendo a gran velocidad, haciendo poco a poco pausas y excavando al mejor estilo de un topo, voy descubriendo experiencias negativas que como mecanismo de defensa abracé, para luego guardar muy bien en mis madrigueras.
Cuando llego a esos lugares, cavó profundo y encuentro tesoros, puedo extenderme entonces sobre la tierra, sonriendo con los brazos abiertos y en total plenitud, por haber encontrado el pase que le permitirá a mi futuro inmediato, desligarse de aquellas experiencias negativas que desgastan mi presente.
¡Bueno!, todo esto puede sonar un poco confuso cuando hablo de hallar un tesoro, pero así lo es, no por lo que contiene que es un mal recuerdo, olvidado y desechado, sino por la importancia que representa en mi presente haberlo encontrado. Sólo así al repasar la historia, soy capaz de jalar tan fuerte y sacarlo de su escondite, que ya nunca más crecerá sobre su superficie, la maleza que procura ocultar bajo tierra, mi latente realidad.
Cuando pensaba en esta persona tan noble y apacible en su actuar y en su boca con palabras tan sazonadas y de buen gusto, empecé a pensar en la humildad de la cual se encontraba revestida, sin embargo, recordé que por lo general se le llama humilde a quienes viven con modestia, o se les llama así a personas de escasos recursos, entonces indagué y el verdadero sentido de la palabra “humildad”, es que es una virtud, entonces si es una virtud, es una ¡gran cualidad!
Por consiguiente, me esforcé en alinear el concepto que utilizamos en la cotidianidad, refiriéndonos muchas veces a la humildad como escasez, frente a la humildad como una gran cualidad, por lo tanto; descubrí que esta virtud consiste en el conocimiento de nuestras propias limitaciones y debilidades y al reconocerlo, así mismo obrar de acuerdo a este conocimiento, es decir; que haciendo una introspección, me reconozco, me acepto y actúo conforme a quien verdaderamente soy; lo que me permite corregir la visión que tengo frente a los demás y por ende, puedo entender su humanidad y sin juicio, abrazar su imperfección sin que esta
represente para mí, una molestia su manera de actuar.
¡Esto es realmente un tesoro!
Puedo entonces comprender mi realidad en dos sentidos:
Por una parte, cuando descubro que el término “humildad” ha sido tergiversado y que no representa escasez y pobreza que hace que lo asimile con el signo menos, sino que representa sumisión y rendimiento, reconociéndome tan humano como cualquier otro, lo que entonces me lleva de menos a más al considerar al resto de la humanidad tan imperfecta como yo. Esto me deja en una posición que me permite poner al descubierto mi realidad sin prejuicio y sin condición.
Por otra parte, al haber logrado arribar en esta reflexión, me hace desear que tú también puedas hacerlo, pues al decidir excavar muy profundo, me encontré con momentos donde hubo personas que a través de sus burlas y su ego, hirieron mi ser y al estar indefensa y en medio de la tristeza, guardé esos recuerdos no sin antes ponerles el suficiente tinte de dolor, cerré y enterré allí ese maloliente recuerdo que se reveló cuando vi a esa noble y apacible persona que llamó mi atención, como enviándome un mensaje de texto directo a mi corazón diciendo: “ve en busca de tu tesoro, desempolva, descubre, perdona y sé libre”
Hoy sonrío con autenticidad, sin apariencia, sin ver a nadie con desdén, ni siquiera a quienes fueron mis verdugos, pues doy gracias al Señor por todos ellos, me llevaron a otro nivel y fueron los artífices para que en medio de mi tierra árida, cultivará pequeñas semillas que fueron transformándose hasta convertirse no solo en un gran árbol, sino en uno con vastos frutos.
Hoy quiero invitarte para que evalúes qué tanto fruto das, chequea cada uno de los frutos que se están dando en tu vida y ten en cuenta los que no, entonces reflexiona, ponte metas hasta lograr de manera significativa y entonces sabrás, que continúas haciéndolo ¡muy bien!
¡Siembra en buena tierra, en una fértil para que tu cosecha sea próspera y abundante!
Dayana Ruiz S.
Me pareció súper interesante el tema ,porque a un hoy en día se sigue teniendo un mal concepto de la humildad y que el entenderlo de la manera correcta nos da valor .
Excelente texto que lleva a la reflexión y a la exposición propia de autoevaluación para “desempolvar” la cuota básica de dones, virtudes y talentos de las que hemos sido revestidos basados en la identidad que tenemos como hijos del Rey. Porque los tesoros están ahí donde precisamente cultivamos la semilla que permitimos sembrar en nosotros, entonces ahora es cuando para empezar a trabajar en nosotros y ser felices con gran “humildad” ya que los tesoros hay que buscarlos y trabajarlos…ese proceso hace parte de la felicidad!!!
Qué lindo, gracias.