#serFaroesDarVida
Una y otra vez se ve en los medios de comunicación los logros, triunfos de artistas famosos y/o deportistas de alto rendimiento. También podemos observar los grandes desastres que suceden en países, ciudades y casas de familia a causa de una o varias personas que toman la decisión de causar daño a los demás y aún a ellos mismos. Todo esto nos rodea y nos enfrenta día a día a tomar partido en apoyar cada logro o rechazar cada mala acción.
Es muy fácil ver cada circunstancia, ver cómo responden las personas que se enfrentan ante las situaciones y lanzar nuestra acusación o aprobación según nos parezca que corresponda. Pero hasta qué punto hemos evaluado cada acción que nosotros en nuestro diario vivir hacemos, cada decisión que hemos llevado acabo, cada palabra que hemos hablado y a las personas que con nuestros actos
hemos impactado positiva o negativamente.
Algo clave a tener en cuenta es que nosotros no crecemos ni damos fruto solos, hemos sido invitados por el creador a compartir en una sociedad de diversidad en gustos, talentos y dialectos, no por casualidad sino para que mediante nuestras diferencias aprendamos a respetar a los demás haciendo de nuestro caminar un desarrollo saludable y así mismo fuerte ante cada situación.
Es muy importante tener presente que el hecho de dar fruto no sugiere únicamente nuestro crecimiento personal, sino que contempla nuestro entorno, nuestra familia, vecinos, amigos y lugares de impacto.
La palabra de Dios dice en Marcos 4: 8 “Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.”
Debemos ser conscientes que lo que hacemos, no solamente nos permita crecer en lo que nosotros a nuestro modo de ver nos sugiere importante y clave en la vida; sino también que nuestros actos impacten positivamente a los demás de manera que se pueda ver una extensión de la poderosa obra de Dios, de manera personal y en aquellos que nos observan cumpliendo así la multiplicación del fruto.
Estamos invitados a responsabilizarnos y considerar con madurez el llamado a dar fruto, uno que sea sano y de provecho para todos nosotros y que realmente muestre que nuestra santidad física y espiritual crecen en unidad.
Yasmín Montañez
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