HACIA MI DESTINO

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Todos sabemos que el año 2020 fue un año caótico en la vida de muchos, fue un año de suspenso, miedo, incertidumbre… Algunos perdieron a sus seres queridos y otros cayeron en la más profunda depresión y otros tipos de enfermedades mentales. 

En mi caso, el 2020 terminó con la muerte de mi primo, (más que un primo, mi hermano) él fue la persona a quien más amé. 

El mes siguiente recibí mi titulación como psicóloga, pero dada la tristeza y la recién partida de mi primo, no fui feliz recibiendo tal triunfo. 

El 2021 no fue diferente; mi cumpleaños estuvo lleno de mucha angustia y tristeza porque mi abuela estaba en la UCI debatiéndose entre la vida y la muerte. Dos días después recibí la triste noticia de que falleció y cuatro meses después, murió mi tío a causa de las secuelas del covid-19, mi tío quien fue mi única figura paterna. 

En menos de un año se murieron tres personas importantes para mí. Además recibía el rechazo de las empresas a las que enviaba mi hoja de vida, viví muchas humillaciones en mi casa, y entre muchos otros factores, me sumí en una tristeza tan profunda que no le hallaba el sentido a seguir viviendo. 

Todas las noches lloraba y decía en mi corazón: “lamento no ser tan fuerte como pensé, pero ser fuerte me agota”, todas las noches le preguntaba a Dios “¿qué sentido tiene seguir, para qué esforzarme tanto si al final de nada vale?”. Sin embargo, Dios mismo se encargaba de responder a mis preguntas y darme consuelo; me refugié mucho en la lectura de la biblia donde justamente leía el libro de Job y comprendí que debía tener paciencia, me refugié mucho cantando para Dios, especialmente el verso de un himno antiguo que dice “prosigue peregrino que el alba ya vendrá, tu cruz levanta y ven en pos de mí”, me refugié aun más cuando en sueños Dios me decía  “corre, corre y no te detengas; sigue adelante, no tengas miedo que yo estoy contigo” y así poco a poco fui sanando y fui superando los malos momentos. Dios me llenó de motivos para vivir y me devolvió el ánimo para seguir adelante. 

Pero más que nada, me hizo recordar de quién vine y a quién voy. Hay un verso en el cual Pablo logró conmover mi corazón cuando dijo en 2 Timoteo 4:7 “he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”… En los últimos años he considerado que gran parte del por qué las personas se alejan de Dios es porque olvidan el objetivo principal al cual debemos llegar. En mi caso, las circunstancias me hicieron olvidarme por un momento de la meta y es normal, como humanos nos deprimimos, nos duelen las situaciones difíciles de la vida, pero no debemos dejar de luchar, no debemos perder de vista el camino, ni olvidar el objetivo principal del por qué estamos pasando por diversas pruebas; seguir hacia nuestro destino, alcanzar la meta y obtener la victoria espiritual. 

Yo no sé qué situación estás pasando, no tengo idea de cómo sea tu relación con Dios en este momento, pero lo que sí te puedo asegurar, es que Dios está siempre ahí para acompañarnos y ayudarnos en este camino. Lo hizo conmigo, que consideré en más de una ocasión la idea de suicidarme y Él me mostró la luz al final del túnel. Si te acercas de corazón a Él y confías plenamente en su palabra, Él mismo te será de guía, te será de luz, te será de consuelo y te dará cada día más razones para seguir hacia tu destino. 

María Margarita Montero

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