En alguna ocasión Juan Gerardí mencionó: “Conocer la verdad duele, pero es sin duda una acción altamente saludable y liberadora”. Por otro lado, Víctor Hugo menciona: “La verdad es como el sol, todo lo hace ver”.
Como seres humanos la verdad nos expone, confronta, sensibiliza y educa, pero también nos fortalece, trate paz, tranquilidad, seguridad, optimismo y demás. La verdad es como el faro en medio del mar, es una referencia, un aviso y guía de límites que no se deben derribar, la verdad es como la luna, que brilla aun en medio de la oscuridad, la verdad es como una lampara, que se mantiene encendida en la ausencia de luminosidad.
Ser mensajeros de la verdad, implica vivir en integridad, permanecer y resplandecer en medio de la oscuridad. Consiste en replicar la verdad, aunque no estén de acuerdo con la santidad, reconocer con sinceridad y liderar con humildad.
El objetivo está en multiplicar, aunque se piense no estar listo o no ser capaz. Hay una historia
que cuenta:
“Vaya momento en que se burlaron de aquel hombre en la ciudad de oriente, caminando en noches oscuras como ninguna, quien rondaba con una lámpara encendida, a quien constantemente le preguntaban, ¿Qué haces llevando una lámpara encendida, si estas ciego y no te sirve para nada?, y el ciego respondía;
Yo no llevo la lampará para ver mi camino, yo conozco la oscuridad, y las calles de esta ciudad están grabadas en mi memoria por igual.
Llevo la luz para que otros puedan encontrar el camino cuando me vean a mí”
Te han puesto como luz, como referente y mensajero de la verdad, no te sientas incapaz, siempre estas rodeado de personas para alumbrar, que incluso ya han resaltado tu tenacidad. Antes de darte por vencido(a), acércate a la verdad, quien te llena, dirige y comunica con asertividad, aproxímate a la luz y muestra tu esencia, ahí no serás señalado por tu apariencia.
Que te baste el deseo de vivir en integridad, de honrar a Dios, de amarte y avanzar, vayas a donde vayas resplandece con vigorosidad.
Mileydis Angulo Ortega