Usualmente podemos estar casi seguros en cada situación de cómo va a reaccionar un individuo frente a cada escenario. Solemos ser fácilmente identificados de acuerdo a nuestro carácter, nivel de seguridad y emotividad como nos portamos en cada evento. Y, aunque no es algo estandarizado, si podemos tener una idea próxima de cómo será el comportamiento de cada uno de nuestros amigos o de personas cercanas. Y esto no es dado como un don especial, todos podemos tener la convicción de cada suceso por una serie de patrones de nosotros como seres humanos desarrollamos y en gran mayoría de manera inconsciente, de acuerdo a nuestra educación, formación y enfoques que hemos establecido en la vida.
De acuerdo a lo anterior; muchos se estarán haciendo dos preguntas elementales, la primera ¿Cómo puedo identificarlos? Y la segunda ¿Puedo controlarlos?, lo mejor de todo es que las dos preguntas anteriores tienen un si contundente. Los podemos identificar por comportamiento, testimonio y reincidencia. Por comportamiento, revisando frente a cada situación como hemos respondido, por testimonio, haciendo un sondeo a nuestros familiares y/o amigos cercanos para conocer sus apreciaciones al respecto; y, por reincidencia atendiendo a los principales actos que se pueden ver en nuestras respuestas frente a las situaciones al diario vivir. Si hacemos este ejercicio será muy fácil llegar a una conclusión acertada de lo que somos. Para dar respuesta a la segunda pregunta quiero primero que nada que nos cuestionemos, si somos conscientes que estamos llamados a ser discípulos de Cristo y que nuestro testimonio vivo es vital para dar la veracidad a nuestras palabras, además, la palabra de Dios nos enseña que por la visibilidad que él nos ha dado, fácilmente podemos ser guía o piedra de tropiezo para muchos, si vivimos con ese nivel de conciencia y somos responsables, estamos seguros que hemos nacido por una naturaleza pecadora, pero que gracias a la misericordia de Dios hemos sido apartados para vivir una realidad pura y buena; al mismo tiempo, desde que el espíritu santo habita en nosotros tenemos un consejero fiel que nos guía por el sendero correcto.
Dicho lo anterior claramente podemos tener control de los patrones que rigen nuestra vida, teniendo estos dos pilares en claro, primero, siendo conscientes que hemos sido apartados para dar testimonio de la verdad y que para dar un testimonio verdadero es necesario vivir cada principio enseñado por Cristo y; segundo, alimentando diariamente esa cualidad fundamental para que resalte en todo tiempo, trabajando para mitigar cada acto o comportamiento que no esté acorde con los principios que nos identifican con discípulos de Cristo y de esta forma siguiendo fielmente el propósito por el cual hemos sido llamados para estar en el mundo.
En la medida que nuestras costumbres son moldeadas a Cristo, la luz se reflejará con mayor claridad a través de nuestros actos.