Recuerdo que cuando tenía unos doce años me preguntaron: “Margarita, si tuvieras la oportunidad de hacer algo por amor ¿qué harías?”; pese a mi edad mi respuesta fue: “lo que sea necesario, daría incluso mi vida por amor”. Años más tarde me preguntaron: “¿Cuál crees que es la mayor muestra de amor que has hecho?”, según yo fue lo siguiente: “ser más afectuosa con mi pareja”, recuerda que en blogs anteriores mencioné que no soy una persona de dar besos y/o abrazos, entonces supuso para mí un esfuerzo, ser más demostrativa y afectuosa. Hace poco escuchando a un predicador decía lo siguiente: “el amor es no pecar y no pecar es no robar, no matar, no insultar, no cometer adulterio y entre muchas otras cosas; el amor es no hacerle daño a nuestro prójimo, ya sea familia, amigos, compañeros de estudio o trabajo; el amor consiste en que si yo digo amar a Dios, yo no tengo porqué hacerle daño al otro, le trato con misericordia, con paciencia, cariño, comprensión”. Y dio el siguiente ejemplo: “una persona que comete una infidelidad no tiene amor porque está lastimando a su pareja y lastima a las personas alrededor de la persona a la que es infiel.”
Si nos preguntan qué haríamos por amor, pensamos enseguida en ejemplos como donar un órgano vital a un ser querido, dar la vida por quienes amamos, otros dicen; yo por amor cocino, aunque no me guste; me pongo una ropa que le guste a mi pareja, hago “X” o “Y” cosa porque a mis padres les hace felices, pero ¿hay algo más allá de ello? La respuesta es sí. Hay mucho más allá. No tenemos que esperar que llegue una situación difícil o un momento trágico para demostrar el amor; yo personalmente lo aprendí cuando en menos de un año se murieron tres de mis seres más queridos… A una le dije que le amaba y a los otros dos nunca les expresé lo muy importantes que eran para mí, comprendí también que mis acciones no fueron las más adecuadas cuando estuvieron en vida.
Esas experiencias sumando a la enseñanza ya recibida, me hicieron reflexionar lo siguiente: Por mucho que yo diga “te quiero”, “te aprecio” o “eres importante para mí”, de nada sirve si mis acciones no son acordes con mis palabras. Por amor yo decido perdonar, por amor decido soportar, llenarme de paciencia, por amor comparto tiempo contigo, te enseño, te cuido, por amor yo hago lo posible por hacerte feliz; no te robo, no te lastimo de ninguna forma, no busco el mal para ti y hasta dejo mi propio orgullo con tal de que tú estés bien.
Todas estas cosas son referentes que podemos hacer ya y no tenemos que esperar a que la vida se nos pase para demostrarlo. Tampoco hay que confundir el amor con la dignidad, recuerda “todo en exceso es malo”.
¿Has perdonado a quien te ha hecho daño? ¿Has dejado tu orgullo a un lado? ¿Si has sido infiel, decidiste dejar de hacerlo para no lastimar más a tu pareja? ¿qué has hecho o dejado de hacer por amor?
María Margarita Montero