EDUCACIÓN SALUDABLE

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Al momento de conocer sobre en qué basaría el blog de esta semana, comencé a pensar en las diferentes formas de plasmar el tema, y me pareció que la mejor forma es hablar desde mi testimonio, como Dios me ha educado y enseñado a lo largo de mi vida. 

Fui criada por una madre soltera; mis padres se divorciaron cuando yo era niña y muy poco tuvo que ver mi padre respecto a mi crianza. Me cuenta mi mamá que al cumplir mis doce años, ella empezó a preocuparse mucho por mí, porque temía que me atrajeran las tentaciones y apetitos que ofrece el mundo, temía que me volviese rebelde y más porque mi tendencia ha sido hacer las cosas por mi propia cuenta y tener mi independencia. En medio de todo esto, ella recurrió a la oración y Dios le responde: “Por ese ser que salió de tus entrañas, no te preocupes; yo la voy a criar, la voy a educar y le enseñaré el camino que debe de seguir; yo seré un padre para ella”. Lógicamente, mi mamá no descuidó su deber, pero confió en lo que Dios le habló y efectivamente, Dios cumplió su promesa. 

Mi mamá nunca me cohibió nada, siempre tuve la libertad de elegir, pero recordaba un versículo de La Biblia que dice: “Todo me es lícito, pero no todo me conviene; todo me es lícito, pero no todo me edifica” (1 Corintios 10:23 RVR 1960). 

Teniendo la oportunidad de ir a fiestas, tener noviazgos, beber alcohol, entre otras cosas, este versículo estaba grabado en mi memoria y me preguntaba: ¿Será que con estas cosas agrado a Dios? ¿Será que esto edifica mi vida espiritual? Podía hacerlo si quería y ¿quién me iba a decir que no? Si tenía mi derecho de disfrutar de mi juventud, de vivir, probar y experimentar, pues todo me era lícito… Pero bien dijo Pablo que no todo conviene, no todo edifica y esas son las cosas que debemos tener en cuenta. 

Muchas veces pensamos que lo que nos sobra es tiempo y cuando somos jóvenes nos dejamos llevar por los afanes de la vida, por el qué dirán, por el disfrutar las cosas materiales que la vida nos ofrece y muchas veces pensamos, quizá hasta inconscientemente: “primero quiero vivir mi vida y luego busco a Dios, total lo que tengo es tiempo”. Sin embargo, muchas veces esto no es así, en lo que he aprendido a lo largo de mi vida es que para Dios no existe el tiempo y Él llama a todos a su reino sin importar la edad, a algunos los llama en la niñez, otros en la adolescencia y otros siendo adultos e incluso ancianos, a todos Dios nos llama por igual, nos trata por igual y nos enseña por igual. 

Ahora bien, te daré tres consejos:  

  1. Busca a Dios de corazón. Mediante la oración y la lectura de la biblia; coméntale tus sueños, tus anhelos, tus dudas y temores y Él se encargará de guiarte, de corregirte y enseñarte. Congrégate en la iglesia, alábale siempre.
  2. Medita en Él. Con esto no estoy diciendo que te sientes cruzando las piernas y empieces a pensar o decir “Ommm, te amo Dios, Ommm”; no! nada eso. Meditar es tener presente lo que Dios te enseña, ya sea por medio de la lectura de La Biblia, por las enseñanzas de tu pastor e incluso en las canciones que les cantas. También es detenerse por un momento y pensar “¿Será que lo que voy a hacer le agrada a Dios? ¿Esto me edificará?  ¿aportará de manera significativa a mi vida espiritual? No olvides 1 Corintios 10:23. 
  3. Lee los libros de Proverbios y Eclesiastés. ¿Quieres aprender a vivir? ¿Quieres adquirir sabiduría y aprender cuál es la forma correcta de proceder en esta vida? Lee Proverbios; este libro es una escuela completa para aprender valores, conocer ética, moralidad, entender y comprender los consejos, es ahora uno de mis libros favoritos. ¿Quieres conocer acerca de la vida? ¿Quieres aprender a aprovechar tu tiempo? Lee Eclesiastés; muchos lo consideran un libro filosófico, pero este libro te hace comprender la forma en cómo es la vida y resalta a qué debemos y no debemos dedicarle importancia. 

Siempre sigue adelante, mirando a la meta y enfocando tus ojos en lo verdaderamente importante. “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” (Proverbios 12:1 RVR 1960).

María Margarita Montero M.

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