Todo lo que hacemos tiene impacto en donde quiera que estemos, sea bueno o malo todo dependerá del desarrollo de la causalidad.
Recordemos lo que enseñó Jesús en el mar de Galilea acerca del agricultor que sembró trigo en diferentes terrenos: Las semillas que cayeron en el camino, los pájaros se las comieron. Las que cayeron entre piedras, no echaron raíces fuertes así que murieron. Las que cayeron entre espinos, no crecieron, los espinos las ahogaron. Y las que cayeron en tierra buena, prosperaron y hubo una producción excelente del trigo. Más adelante en la lectura vemos la explicación de cada terreno y lo que significa en la práctica; La primera; es que escuchamos, pero no entendemos por tanto lo olvidamos rápidamente. La segunda; es cuando escuchamos el mensaje y por un momento lo tenemos presente pero luego lo olvidamos. La tercera; es cuando escuchamos el mensaje, pero no permitimos que cambie nuestras vidas porque nos dejamos llevar por los placeres de este mundo. Y la cuarta; la buena tierra representa a los que oyen el mensaje y lo entienden, produce fruto y sus vidas son transformadas.
Ahora bien, teniendo esta referencia de lo que pasa con el mensaje siendo este la semilla de Dios en cada uno de nosotros, debemos preguntarnos, qué clase de terreno somos; Tengamos sumo cuidado en parecernos a los primeros terrenos, porque está claro que el problema no es la semilla si donde cae, entonces somos responsables de la forma como recibimos el mensaje, no nos dejemos distraer por las adversidades de la vida, recordemos que nuestro Dios es más grande que los problemas. Tampoco permitamos que al momento de recibir el mensaje nuestra mente vuele a otro lugar dejando de atender a lo que Dios nos quiere enseñar y seamos intencionales cuando estemos hablando con Dios, escuchemos lo que él nos quiere enseñar y seamos sabios al callar y prestar toda la atención, para así poder poner en práctica el mensaje y ser una tierra buena, sin olvidarnos que no estamos solos en el mundo y somos responsables de nosotros y lo que se puede leer a través de nuestras vidas.
Hacer una evaluación minuciosa del estado de nuestra tierra (vida) es crucial para tener la certeza que estamos cumpliendo el propósito correcto por el cual existimos, cuando tenemos una tierra sana, estamos seguros que las semillas sembradas germinarán y darán el fruto esperado, el impacto del mensaje de Dios a través de nosotros será el que Dios espera que sea, por tanto seamos fieles y persistentes en conservar un terreno sano y fértil alejado de plagas e influencias que lo puedan contaminar.
YASMIN ASTRID MONTAÑEZ SALAMANCA