Hemos sido diseñados para vivir en comunidad. La interacción con las demás personas es vital para nuestro desarrollo vivencial, además es una necesidad del ser. De hecho, para una buena convivencia reconocemos unas prácticas básicas para acercarnos a los demás desde el saludo y la forma adecuada para poder tener una conversación propicia con los demás reconociendo el tema de interés en común entre nosotros.
Con Dios pasa lo mismo, tenemos la certeza que para saber la dirección adecuada de nuestras vidas es necesario consultarle, y es que en su infinita misericordia ha diseñado el camino para llegar a su presencia. En éxodo a partir del capítulo 25, vemos a Dios dándole instrucciones precisas a Moisés para construir el santuario para hacer manifiesta su presencia y encontramos cantidad de detalles. El tabernáculo estaría dividido en tres partes: La primera fue el atrio; donde se encontraba la puerta, el altar de bronce y la fuente. La segunda; era el lugar santo, donde se encontraría la mesa de la propiciación, el candelabro, y el altar de incienso. Y en la tercera parte; reposaba el arca del pacto que es el lugar santísimo.
Primero: había una entrada, vemos en Juan 10:9 “Yo soy la puerta, el que por mi entrare, será salvo; y entrará, y saldrá y hallará pastos.”, entonces significa que debemos aceptar a Jesús en nuestras vidas.
Segundo: El altar de bronce que simboliza el sacrificio, como lo muestra hebreos 9:13-14, allí vemos que no es cualquier sacrificio tenía que ser puro y sin mancha, el cual purificaría nuestra conciencia de las obras que nos conducen a la muerte y solo hubo uno con esa descripción, Jesús. Entonces debemos reconocerlo en todo como nuestro señor y salvador aceptando su sacrificio por nuestro pecado.
Tercero: La fuente, que simboliza el bautismo, lo dice en Juan 3:5 “Respondió Jesús: de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y de espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” entonces es necesario que seamos limpios de toda impureza para entrar en la presencia de Dios.
Cumpliendo estos requisitos, se daba paso al lugar santo, donde se encuentra la mesa de la propiciación que representa a Cristo resucitado, la provisión de Dios y la comunión que existe entre Dios y su pueblo (Éxodo 24:9-11). También encontramos el candelabro que representa la luz, quien es Jesucristo e ilumina al mundo entero y busca hacerlo a través de nuestras vidas (Mateo 5:14-16). Y por último, el altar de incienso que representa la oración pura de los creyentes (Isaías 1:13-19). De esta manera se pasa a la tercera parte; el lugar santísimo donde se encuentra el arca del pacto, que representa la presencia de Dios en nuestras vidas.
Es importante mencionar que cuando Dios le dio estas instrucciones a Moisés señaló que debía ser construido con una ofrenda voluntaria, es decir que sea entregada de todo corazón y con amor a Dios. Busquemos siempre presentarnos ante Dios como una ofrenda sincera para alcanzar la gracia de caminar con él.
YASMIN ASTRID MONTAÑEZ SALAMANCA