Mientras estaba cursando la carrera de psicología y a medida que iba leyendo la Biblia, pude llegar a una conclusión, y es que el ser humano entre más le sea negado realizar un acto considerado prohibido o peligroso, más se empeña en realizarlo. Curiosamente la naturaleza humana tiene cierta tendencia por ir en contra de lo moralmente aceptado y encuentra cierto placer ante diferentes situaciones, digamos que no del todo moral o socialmente aceptadas. Un ejemplo de ello es cuando se comete un acto de adulterio, pues de cierta forma la emoción de hacer algo a la sombra pero abiertamente prohibido, genera una sensación de placer y adrenalina casi que adictiva, pero ¿Alguna vez la persona piensa en las consecuencias o en el daño que conllevarán sus acciones?
En la historia del rey David, vemos su histórico triunfo contra Goliat y su ascenso al trono de Israel, además sabemos que era un gran adorador y que dedicó gran cantidad de salmos para Dios y entre muchos otros hechos que le hicieron un gran rey.
Sin embargo, hay algo que no podemos negar, y es el hecho de que David pecó. En esa época era común que un hombre tuviera muchas mujeres y ¡claro! siendo David el rey, claramente cuando quería una concubina era difícil negarse, pues “sus deseos eran órdenes” y lógicamente se pensaría que la mujer debería ser virgen, de su casa, mujer que no haya dado su primer beso etc. Pero David fija sus ojos en Betsabé, una mujer casada y su esposo Urías, era uno de los soldados de David. Pero como era el rey y nada se le negaba, se acuesta con ella y Betsabé queda embarazada. David evitando el escándalo, quiso convencer a Urías de que durmiera con Betsabé para hacerle creer que él sería quien embarazó a Betsabé, pero al no salir las cosas como quiso, decide dar orden para dejarlo al frente de la batalla donde finalmente muere, dejando el camino libre para que Betsabé pueda ser desposada por otro hombre y sí, ese hombre sería David quien la toma por esposa.
Pasados unos días el profeta Natán se le acerca a David, contándole acerca de un hombre que teniendo muchas ovejas, decide mandar a matar a otro hombre que solamente tiene una oveja; David se enoja, se pone iracundo y dice que a ese pastor se le debe de hacer igual o peor de lo que hizo. Es entonces cuando Natán le dice a David: “tú eres aquel hombre”. Adicionalmente le profetiza que debido a su mal actuar, le vendrían desgracias y como si no fuese suficiente, le vaticina que aquel hijo que estaba esperando Betsabé moriría. Para más detalles te invito a leer la historia que está en el libro 2 de Samuel, capítulos 11 y 12.
Como vemos, David fue un rey intachable, magnífico y gran adorador, pero David se arrepintió de sus actos y a pesar de que era demasiado tarde por el daño que estaba hecho, podemos preguntarnos si tantas consecuencias valieron la pena por solo ese momento de placer. ¿En medio de su deseo pensó en algún momento en todos los daños colaterales que surgirían de sus acciones? Ciertamente no, y este es un claro ejemplo de lo que no debemos hacer.
Pero no nos limitemos solamente en lo referente al adulterio, pues la fruta prohibida es todo aquello que es ilícito y que no nos conviene y para eso debemos ser dirigidos por el Espíritu Santo, permitiéndonos pensar antes de actuar y validando en cada situación si lo que vamos a hacer, hará sonreír a Dios o si por el contrario vamos en contra de los principios del reino de Dios.
Entonces, te pregunto: ¿Has pensado alguna vez en las consecuencias de tus actos o de cuántas veces has tenido que mentir, solamente para dar rienda suelta a tus deseos?
Actuemos con sabiduría y no nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos.
María Margarita Montero