Todos en este mundo hemos tenido que asumir responsabilidades, sean asignadas o adquiridas, pero de una u otra forma hemos estado en esa posición y hemos tenido la obligación de tomar decisiones y generar acciones para responder a cada responsabilidad, sea correcta o no, todos lo hemos hecho en diferente medida.
¿Pero por qué no todos tenemos las mismas responsabilidades? La respuesta es una sola y es simple, básicamente porque todos tenemos roles diferentes en la tierra así como en una organización, el líder del área de compras tiene un rol diferente al líder del área de ventas, el alcance puede que sea similar pero el fin de su desempeño se enfoca en la razón de ser de su área. Así es como nuestras vidas cobran sentido y el fin de nuestra existencia tiene peso en la eternidad.
El hecho de contar con una familia nos da la responsabilidad de forma causativa de guiar a los integrantes por el camino que dentro de nuestro conocimiento es el correcto y es el que corresponde para cada miembro.
Es importante que partamos de la idea que no tenemos la verdad absoluta, porque solo somos seres humanos con errores, pero en un proceso sustancial de crecimiento en la verdad, que nos va siendo revelada y que hallamos solo en Jesús.
Nadie puede hacer lo correcto si no es por él, por mucho que haya esfuerzos humanos la verdad es que somos incapaces de hacer lo correcto sin seguir sus enseñanzas; textualmente vemos esta afirmación en Salmos 127 (1-2). Siguiendo la lectura vemos que adicional afirma que parte de su herencia para con nosotros son los hijos, y no es cualquier herencia, sino que nos señala que es de gran estima. ¿Esto que quiere decir? Que no solamente es una herencia cualquiera, sino que es de mucho valor para él, dado el calificativo para la expresión de la declaración de este versículo.
Dicho esto, nos corresponde apropiarnos de esa responsabilidad con el amor y la valía que nos enseña Jesús en Efesios 5:1 dice: “Sed pues, imitadores de Dios como hijos amados”, es decir no solo amar responsablemente a nuestros hijos sino correspondiendo al amor que Dios ya tuvo para con nosotros. Nuestro creador nos ha dado la posibilidad de conocer a grandes rasgos las acciones buenas y malas que se practican, pero más allá de eso, nos ha dado su palabra, que es la guía clara para llevar nuestras vidas por el rumbo trazado por él, pues somos guiados por su espíritu. La meta es desde el principio guiar a nuestros hijos en la verdad, mostrándoles lo que se debe hacer y lo que definitivamente los llevaría a la muerte siendo ésta la paga del pecado (Romanos 6:23).
Entonces es nuestra responsabilidad dar una instrucción adecuada a nuestros hijos, con la premisa que somos humanos y nos vamos a equivocar, pero que somos hijos de Dios guiados por el espíritu de Dios y por su palabra que es viva y es eficaz la cual nos mostrará el camino a seguir con ellos para que puedan interiorizar y vivir los principios, tengan temor de Dios y practiquen la santidad delante de él, porque son luz en el Señor y como tal se deben portar, la forma adecuada es no provocarlos a ira y criarlos en disciplina y reprensión del Señor.
YASMIN ASTRID MONTAÑEZ SALAMANCA