Cada ser humano nace con un propósito y una misión específica para cumplir en la vida, Genesis 1:31 resalta que Dios miró todo lo que había hecho y consideró que era muy bueno, tú y yo hacemos parte de esa creación divina de Dios, de todo aquello que resalta como bueno. Sin embargo, satanás está en constante búsqueda de calumniar, engañar, violentar, confundir y generar orgullo, con el fin de arrastrar vidas llenas de maldad y en oposición a Dios. Satanás se aprovecha de nuestras debilidades para tentarnos y hacernos pecar.
Al despejar el concepto de tentación, podemos decir que es un impulso que nos mueve a hacer algo malo, por ejemplo; cuando vas de compras, ves algo que te gusta y piensas que sería fácil robarlo sin que nadie lo viera, pero tu conciencia te dice que no lo hagas, así que rechazas ese pensamiento y se va. En ese momento, le has ganado la batalla a la tentación.
Todos tenemos debilidades y a partir de nuestra debilidad satanás sabotea nuestras vidas con llamativas propuestas, pueden ser; objetos, personas, lugares, comida, dinero, acciones específicas, entre otros, que generan placer, goce y “felicidad”.
Para no caer en falsas propuestas es necesario reconocer ¿En qué soy débil? y entregar mi debilidad a Dios. 2 corintios: 12:9 dice: “Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo”. Dios conoce, trabaja y perfecciona nuestras debilidades. Cada ser humano es diverso y también lo es la forma en como Dios trabaja en cada debilidad, algunos podrán pasar por temporadas agradables, placenteras y otros por temporadas desagradables y/o desérticas. Los procesos no están relacionados con lo que “Yo quiero vivir” sino con lo que “Dios quiere forjar en mí” y muchas veces va a costar (Juan 16: 33), Jesús lo enseñó. “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.” Mateo 4:1-10, dice que Jesús fue llevado al desierto para que satanás lo sometiera a tentación. Jesús ayunó cuarenta días y cuarenta noches, además la biblia relata las diferentes propuestas (tentaciones) que el diablo le presentó a Jesús para hacerlo pecar. Es fácil asociar el desierto con soledad, vacío, dolor, pobreza, pero difícil relacionarlo con carácter, fortaleza, seguridad, sabiduría, creatividad e inteligencia. “Te he puesto para ser luz a las naciones, para que lleves salvación hasta el último rincón del mundo”
Así como Jesús tenía una misión con las naciones, cada ser humano es creado, elegido, apartado y nombrado para las naciones, lo podemos ver en Jeremías 1:5 “Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones.” Dios conoce profundamente quienes somos y conoce nuestra carencia de poder para enfrentarnos a las naciones, por eso nos lleva al desierto.
Si observamos que pasó con Jesús antes y después de ser tentado, encontramos a un Jesús totalmente diferente después de haber pasado por el desierto, se evidencia el desarrollo ministerial de Jesús, se muestran acciones que hacen parte
de la misión global que Jesús tenía con el mundo. Vemos a un Jesús que comienza
a predicar, a elegir discípulos, enviar discípulos, sanar enfermos, enseñando parábolas, entre otros. De hecho, socialmente los momentos que más recordamos sobre Jesús están después de pasar por el desierto, los acontecimientos que han estremecido a la humanidad en espíritu y alma son de aquel Jesús que vemos después de pasar por el desierto.
¿Crees que estás pasando por un desierto?, No es un castigo, hace parte de una
temporada que necesitas vivir, hace parte de un tiempo de quietud, un tiempo para fortalecer tu fe, reedificar esperanza, impregnar gallardía, amor y perdón.
No le temas al desierto, no le temas al proceso, tu postrer estado será mejor que el primero, la historia, el impacto que cuentes después del desierto traerá transformación y bendición. Necesitas poder para cumplir tu misión, necesitas herramientas para alcanzar tu propósito, ese poder va más allá de lo natural, necesitas al Espíritu Santo, necesitas a Dios, necesitas su palabra. Llénate para rebosar y llenar a otros.
Mileydis Angulo Ortega