Creo que en algún punto de la vida todos hemos visto aquellas películas medievales en donde vemos que hay reinos y ciudades que están rodeados de muros, o hemos visto castillos con enormes puertas que solamente los guardias abren y cierran permitiendo el paso de ciertas personas. Entendemos que estos muros o enormes puertas sirven como protección para evitar la entrada de enemigos y que estos dañen a los gobernantes de dicho reino.
Pues bien, en la época del Pueblo de Israel era común ver ciudades enteras cubiertas por estos grandes muros, un ejemplo de ello lo podemos ver en la ciudad de Jericó y en el tan famoso relato de cómo Israel a voz en cuello logró derribar sus muros; estos fueron creados con el fin de brindar protección a las ciudades de bestias del campo, así como de enemigos de la nación o de otras ciudades cercanas. Se dice que cuando una ciudad no contaba con esta protección, entonces quedaba a merced de sus enemigos, por lo que el ataque sería mucho más sencillo. Constantemente los ejércitos de cada nación debían estar listos para la batalla y sí, los muros también eran una estrategia para retrasar el ataque enemigo y daba tiempo para que los soldados se prepararan para la defensiva.
Si leemos la historia en el libro de Nehemías, podemos leer que se dedica casi en su totalidad a narrar los hechos que ocurrieron en la reconstrucción del muro y la ciudad de Jerusalén. Déjame y te pongo rápidamente en contexto, Nehemías era sirviente del rey Artajerjes de Persia, ya había pasado todo el conflicto y la historia tras la guerra, la esclavitud y el saqueo del imperio de Babilonia e Israel ahora estaba bajo el dominio del Imperio Persa. Nehemías tuvo gracia delante de Artajerjes quien al verlo triste se interesa por escuchar sus lamentos de cómo su ciudad (Jerusalén) estaba sin sus murallas, desprotegida y expuesta a todo peligro, conmovido le permite regresar a su pueblo y le provisiona de protección y herramientas, además de que lo convierte en gobernador para que nadie ponga en duda su autoridad. Pues bien, Nehemías se encarga de ir narrando paso por paso, cómo en tan poco tiempo y pese a tener todo en contra (pues recordemos que Jerusalén quedó devastada y ya no era la gran ciudad que era antes), lograron reconstruir las murallas de Jerusalén, llenando de gozo el corazón del pueblo a tal punto que ofrecieron sacrificios y cantos a Dios.
Si bien podemos decir que gracias a la diligencia y esfuerzo de Nehemías y de todos sus colaboradores se logró tal momento significativo, lo cierto es que Nehemías hizo algo mucho más efectivo y poderoso… Humillarse ante Dios. A mí personalmente me encanta leer la oración de Nehemías en este libro porque él confiesa todos los pecados que cometió el pueblo de Israel y reconoce que hicieron mal delante de la presencia de Jehová, también mueve su corazón recordándole las promesas que hizo a sus padres, donde establece que si su pueblo se arrepiente y se vuelve a sus caminos sería Él mismo quien los reuniría en el lugar que escogió para ellos (Nehemías 1:9 RVR 1960). También a lo largo del libro vamos viendo que no solamente Nehemías habló, sino que actuó, pues hizo que todo el pueblo volviese a reunirse como uno solo a escuchar la ley de Moisés, en conjunto con los levitas que ministraban al servicio de Jehová; fue hermoso como todos juntos alababan a Dios, enaltecían su nombre y daban gracias por su misericordia.
Esta historia, esta travesía en cuanto a la construcción de las murallas nos enseña la importancia de reconocer nuestras falencias ante de Dios, de buscarle, de que por muy apartados que estemos de Él, siempre que volvamos con corazón sincero y dispuesto nos recibe y nos ayuda, y nos guarda. Este libro es maravilloso y encontramos un hermoso ejemplo de oración de arrepentimiento, encontramos la riqueza y la importancia de alabar a Dios y comprendemos que Dios es el mismo de ayer y hoy y siempre.
MARIA MARGARITA MONTERO