¿CON QUÉ SACIO MI SED?

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Salmo 1:1-3

Se ve muy interesante la manera dulce y dinámica de Dios, al comparar a sus hijos (nosotros) con los árboles. Siempre he sido amadora de la naturaleza, pero en especial de los árboles; los árboles suelen dar un ambiente fresco, tranquilo, inspirador y pacífico, evocan todos los sentidos: olores frescos, el sonido de las hojas, el cantar de los pájaros, la textura de su corteza, permanecen firmemente arraigados a la tierra mientras alguien no corte su vida y a cada instante, nos proporcionan servicios inapreciables sin los cuales nuestra existencia sería imposible. De esta forma me parece dulce y altamente significativa las veces en las que Dios nos compara con árboles, se siente de alguna manera que tenemos un valor especial y somos sumamente importantes.

En este texto bíblico, Dios muestra cómo desea que seamos esos árboles con raíces fuertes y profundas, porque entre más profunda sea nuestra raíz, más profunda será nuestra fortaleza en Cristo. Las raíces del árbol simbolizan la palabra de Dios, y naturalmente las raíces se encargan de fijar con firmeza el árbol en el suelo, de donde absorbe el agua y las sales minerales disueltas en ella que son necesarias para la elaboración de sus propios alimentos; es decir, los frutos y flores. En un punto espiritual las raíces son nuestra base, para poder crecer y vivir, de esto, Dios espera que tomemos un valor significativo y especial a su palabra, que encontremos delicia en ella, y que seamos consciente de lo necesaria que es para todas las esferas de nuestra vida.

Deseemos fuertemente plantarnos firmes en el señor, y permitamos que nuestras raíces se profundicen y crezcan mucho más, de esta forma saciaremos nuestra sed y viviremos la plenitud, la cual fue diseñada para nosotros, los hijos de Dios.

Por Martha Barrios.

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