EL AMOR DEL PADRE, MI CIMIENTO

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Cimiento, lo primero de abajo hacia arriba en una construcción y a su vez lo que queda cubierto, exacto, aquello que es fundamental pero aun así no lo ves en la obra terminada, sabes que está porque no podría sostenerse el elemento si no tuviera bases, pero no está a la vista.

Esa introducción puede sonar a redundancia, pero es que quiero llevarte a analizar si en ocasiones tu vida ha estado sin cimientos y tan solo al azar has ido tomando decisiones sin ni siquiera explorar el terreno en el que comenzarás tu siembra. Bueno, creo que nos pasa en muchas ocasiones que actuamos en modo automático, bien sea por el afán del momento o porque sencillamente las circunstancias nos llevan a dar una respuesta y no alcanzamos a buscar la dirección de Dios, aunque suene triste, pero es muy real en un alto porcentaje.

Ahora bien, lo impresionante y hermoso de este asunto es que Él solo por misericordia y amor verdadero nos protege y guarda del mal, pues sí, Él tiene cuidado de sus hijos y aunque no veamos porque las circunstancias nos alejan o porque el ruido exterior nos distrae, Él sigue estando ahí al pendiente.

Su amor es tan cálido, tan oportuno, siempre presente y muy real, que tú y yo sin merecerlo tenemos el mejor lugar para comenzar nuestros sueños y tener la plena confianza que, aunque vengan tormentas no nos ahogarán porque sabemos bien que el viento y el mar conocen su voz.

Puede que tomemos decisiones sin su dirección y terminemos como el cuento de los cerditos construyendo una vida de “paja” que, ante el viento, se viene abajo, pero sólo por amor de Él hacia nosotros no permite que estemos del todo en el piso, sino que llega y nos cubre en totalidad y hasta llega a ser vergonzoso, pero ahí está una vez más salvándonos.

Su amor es resistente, inquebrantable, extenso y no se agota, pero también es tierno, creciente y se puede sentir en todo momento, qué bello es nuestro Dios.

Antes de concluir, quiero hacerte pensar sobre los cimientos de una construcción, ellos no se mueven, quedan fijos para dar rigidez al elemento, se supone que es lo lógico y esperado, pero si nos vamos hacia la naturaleza, los árboles tienen cimientos, ellos son un claro ejemplo, sus raíces se pueden llegar a extender en ocasiones cuando no reciben agua proveniente de lluvia hasta encontrar una fuente que les provea el recurso hídrico. Partiendo de lo dicho, te quiero llevar a las hermosas promesas de Dios para sus hijos haciendo referencia a que somos árboles plantados junto a aguas y esa vida es el amor de Dios, debemos intentar corresponderle pues es que Él está ahí para nosotros y en muchas ocasiones anhela que lo busquemos desesperadamente para cumplir todo lo lindo que tiene preparado con nuestro nombre, es que sin el amor de Dios nos debilitamos y quedamos en riesgo, así que aunque su amor sea inagotable nosotros sí debemos recargarnos de él para estar bien.

Ahora ¿si comprendes que su amor por ti no acaba y que tú debes buscarlo porque de verdad lo necesitas? Aprovechemos esa gran oportunidad de sentir su cálido y precioso amor en todo momento. Que su amor se convierta en nuestro cimiento.

Romanos 8:39, Lamentaciones 3:22, Salmos 121:4, Jeremías 17:8

Lina Ramirez

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