RESTAUREMOS LAS RUINAS

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Si te piden restaurar algo es porque saben perfectamente tus capacidades para dejar en tus manos aquello que es considerado arte, pero si te dicen que debes restaurar algo que está en ruinas puede que cause confusión y algo de susto.

Resalto ahora la palabra arte porque es precisamente lo que se suele restaurar, si no es valioso sencillamente lo desechas y luego reemplazas, pero si su valor es incluso incalculable, buscarás por todo lado hacer que vuelva a estar bien. En nuestra percepción algo que se repara no va a verse bien, después que habrá perdido su diseño original. 

Ahora ¿qué opinas si te digo que hay una forma en la que aquello que se restaura puede quedar demasiado bello e incluso con más valor que el que tenía al estar en “perfecto estado”? Sí, el kintsugi el es arte de reparar con oro en donde las cicatrices se ven hermosas, recordando que hubo un proceso, un antes y un después. 

Imagina tu vida, ver pasar esos capítulos difíciles en donde has quedado en pedazos y te sientes en deconstrucción, ves solo ruinas en ti y todo alrededor devastado. En esos momentos de desolación tan solo sentimos ahogarnos, pero hay alguien que extiende su mano para llevarte a su taller en donde te ve como su obra de arte que has sido siempre ante su mirada y con especial cuidado toma tus 1000 pedazos y los va uniendo nuevamente.

Es en ese momento donde comprendes que no es el final sino un proceso en donde necesitas de tu creador para volver a quedar igual e incluso mejor que antes. 

El amor y la misericordia del Padre son sin duda ese oro líquido que usa el kintsugi para unir cada una de esas partes que quedan sueltas y rotas, esas que son el resultado de momentos de dolor y que al terminar su restauración ya no serán ruinas sino una obra de admirar.

Lo bello de ser procesados es la nueva persona después del aprendizaje, esa que toma fuerza de aquella transformación para ser luz en la vida de otros, guiándolos a ir a los brazos de papá recordándoles quien es su cimiento y de alguna manera reforzando esas raíces que al estar en momentos difíciles pueden ser olvidadas. 

Recuerda que Él te ama y te sana, bueno en palabras de este blog, te restaura, para que de alguna manera seas sus manos extendidas en la reconstrucción de sus hijos.

Lina Marcela Ramírez 

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