¿SOBRE QUÉ FUNDAMENTO A MI FAMILIA?

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Qué bello es analizar que el mismo Dios al decidir vivir entre nosotros escogió vivir en familia y tanto María como José tuvieron en el centro de su hogar a Jesús, de quien aprendieron mucho pero también a quien tuvieron que enseñarle ciertas cosas inherentes que como seres humanos requerimos.

Nosotros debemos comprender que nuestra familia es el primer y más importante ministerio en el que servimos, dando ejemplo. Nuestro Dios tiene todas las enseñanzas y mejores consejos en su palabra para lograr una familia que eche raíces en el amor verdadero.

Imprevistos, infortunios, momentos de dolor y hasta tormentas muy fuertes pueden tocar a la puerta de un hogar pero nunca debemos desviar la mirada de quien nos cuida y  nos protege. Por eso es que debemos buscar la fuente de sabiduría para que escuchemos su dirección y lograr así por medio de la comunicación fomentar una retroalimentación con cada uno de los integrantes de la familia, en donde la confianza sea un pilar y el perdón se convierta en esa masilla que cubre cualquier grieta que ineludiblemente se pueda generar.

Imagina a Jesús cuando se reunió con gentiles, cuando llamó a un recaudador de impuestos a su grupo de seguidores, cuando levantó la mirada de la mujer adúltera y dime si no es la más clara representación de la misericordia; nos enseñó en su ministerio tantos valores en los que debemos fundamentar nuestra vida comenzando por nuestra familia, aplicándolos en aquellos que nos rodean y con quienes compartimos a diario bien sea por vínculo de sangre o un sentimiento de amistad.

Jesús recibía a todos sin juzgarlos y los trataba con amor, eso sí, dando una corrección cuando era necesario.

Deberíamos aprender a sembrar en nuestros hogares semillas de amor, comprensión, reconciliación, perdón, misericordia, amabilidad, compasión y ufff, un sinfín de valores para que en un momento duro encontremos los frutos que sacien la sed de una vida que se pone difícil, sin necesidad de ir al mundo a dejarnos atrapar por la superficialidad y trampas del enemigo, porque eso es lo que muchas veces tristemente sucede en los hogares, que no encuentran en la casa la palabra bonita y resultan enredados en el mundo con fantasías y espejismos.

Ojalá tú y yo, como todas las personas que amamos y vamos a ir conociendo, logremos encontrar en nuestra familia la sabiduría de Dios como la primera llamada de emergencia para lograr centrarnos en lo importante y recorrer el camino de esta vida de la mano y juntos.

Por Lina Ramírez

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