AZOTADOS EN LA PRUEBA

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La vida del creyente no está exenta de pruebas, muchas veces nos encontramos en medio de tormentas que nos sacuden, nos debilitan y nos hacen cuestionar nuestra fe. Nos sentimos azotados por el dolor, la incertidumbre y la desesperanza, preguntándonos por qué Dios permite que pasemos por estos momentos tan difíciles. Sin embargo; la Palabra de Dios nos recuerda que las pruebas no son el fin, sino un proceso a través del cual Él nos moldea y fortalece. Jesús mismo nos advirtió que en este mundo tendríamos aflicciones, pero nos dio la promesa de que Él ha vencido al mundo (Juan 16:33).

Cuando enfrentamos pruebas, podemos caer en la tentación de pensar que Dios nos ha abandonado o que estamos siendo castigados. Pero la Biblia nos enseña lo contrario:

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.” (Santiago 1:2-3)

Las pruebas no son castigos, son procesos de crecimiento que Dios permite para formar en nosotros un carácter más fuerte, más firme en la fe y más cercano a su corazón.

Uno de nuestros mayores temores en medio de la prueba es la sensación de soledad, nos sentimos como si Dios estuviera en silencio, como si nuestras oraciones no fueran escuchadas, pero la verdad es que Él nunca nos deja solos.

Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasará las llamas. ” (Isaías 43:2)

El no promete evitarnos la tormenta, pero sí promete caminar con nosotros a través de ella. Cada lágrima que derramamos, Él la ve. Cada suspiro de angustia, Él lo escucha, en el momento preciso su mano nos sostiene y nos levanta.

Un gran ejemplo de esto es la historia de Job. Un hombre justo que lo perdió todo: su familia, sus bienes, su salud. Fue azotado por una prueba tan dura que incluso su esposa le dijo que maldijera a Dios y muriera. Pero Job respondió con una fe inquebrantable:

“El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!” (Job 1:21)

Job entendió que su esperanza no estaba en sus posesiones ni en su salud, sino en Dios mismo, finalmente Dios restauró su vida y le dio aún más de lo que había perdido.

Si hoy te sientes azotado en la prueba, recuerda esto: Dios no ha terminado contigo. Él está obrando en tu vida de maneras que quizá ahora no comprendas, pero que en el futuro traerán gloria y bendición.

Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. “ (2 Corintios 4:17)

No permitas que el dolor te haga renunciar a tu fe. Aférrate a Dios con más fuerza, porque después de la prueba viene la recompensa.

Que la tormenta no debilite tu fe, sino que la haga cada vez más fuerte.

Kenyuris Michelle Velilla Barcelona.

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