Las pruebas dentro de la vida cristiana no son una opción, son una certeza; Jesús mismo nos advirtió: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” Juan 16:33. Sin embargo; cuando llegan las adversidades en muchas ocasiones nos sentimos atrapados, como si lleváramos cadenas invisibles las cuales nos impiden avanzar, y nos preguntamos: ¿Por qué Dios permite estas pruebas? ¿Cómo podemos encontrar esperanza en medio de ellas?
La biblia está llena de ejemplos de personas que fueron encadenadas, ya sea física o espiritualmente por circunstancias difíciles. José por ejemplo, vendido por sus hermanos y encarcelado injustamente (Génesis 37: 18-20) (Génesis 39). Pablo y Silas arrojados a una prisión oscura a causa de predicar el evangelio (Hechos 16: 25-36). Sin embargo, en medio de la angustia que atravesaban, ninguno de ellos permitió que sus cadenas definieran su destino, y en lugar de lamentarse eligieron confiar en Dios, quien en su fidelidad transformó el dolor y la angustia en propósito.
Cuando nos sentimos encadenados en medio de la prueba la tentación de rendirnos es grande, el enemigo nos susurra mentiras, haciéndonos creer que Dios nos ha olvidado, que nuestra fe es en vano, pero la verdad es que cada una de las pruebas es una oportunidad para fortalecer nuestra confianza en el Señor. Santiago 1: 2-3 nos exhorta: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”. Dios no permite el sufrimiento sin propósito, cada lágrima, cada lucha es parte de un proceso de crecimiento y restauración.
Es en las adversidades donde aprendemos a depender completamente de Dios, al igual que Pablo y Silas, quienes adoraron en la cárcel hasta que cayeron las cadenas y las puertas fueron abiertas (Hechos 16:25-26), de igual manera nosotros también debemos alabar en medio de nuestras dificultades. La alabanza rompe cadenas y nos recuerda quién es Dios: El Todo Poderoso, el que pelea nuestras batallas, el que nos sostiene con su amor eterno.
Si hoy sientes que estás encadenado por cualquier aflicción, recuerda que no estás solo. Dios está contigo en cada momento, obrando incluso en los momentos más oscuros. La misma prisión que parece atraparte, puede ser el escenario de tu mayor testimonio, la clave está en confiar, perseverar, alabar y adorar, porque en Cristo somos más que vencedores y ninguna prueba será en vano.
Kenyuris Michelle Velilla Barcelona.